lunes, 2 de septiembre de 2019

miércoles, 21 de agosto de 2019

miércoles, 14 de agosto de 2019

Las vanguardias en Latinoamérica

 La historia del arte latinoamericano en el siglo veinte es un reflejo de dos condicionantes contextuales: la fragmentación política y la dependencia neocolonial. Luego de la emancipación,  el proceso de construcción de los diferentes estados nacionales incluyó el proyecto social y cultural de las élites locales. Éstas, emulando los modelos de los centros de poder buscaron reconstruir la cultura nacional a partir de modelos eurocéntricos. Un caso arquetípico fue la "Experiencia Feliz" de la época de Rivadavia en Argentina.
En la mayoría de los casos, a finales del S XIX se evidenciaba una fuerte dependencia del academicismo en las artes visuales y la arquitectura. Como parte de los procesos de formación y consagración artística figuraban los viajes de estudios a los principales centros artísticos de aquel entonces, así como la participación de su vida artística. Por lo tanto, se produjo un constructo binario, en el cual lo culto era importado, mientras que lo popular provenía de lo local.
Muchas de las ciudades de la región mutaron en copias aspiracionales de los centros urbanos europeos. La tradicional planta colonial cedió paso a los paseos hausmanianos (Montejo, Reforma, Bolívar), mientras que las tipologías de los hitos arquitectónicos se orientaban hacia los historicismos de la época (neoclásico, neogótico, ecléctico).
Cuando el modelo academicista caducó en Europa, dicho mimetismo cultural expuso a los artistas latinoamericanos a las vanguardias de inicios del siglo XX. Sin embargo, en este caso, los efectos en la plástica y las ideas estéticas locales fueron diferentes. Aunque hubo artistas que siguieron con relativa fidelidad los estilos metropolitanos como el surrealismo y cubismo (Varo, Carrington, Poleo, Petorutti); el espíritu liberador del arte moderno permitió que se plantearan propuestas emitidas desde una nueva forma de entender la latinoamericanidad.
Quizás, como factores catalizadores figuraron el arielismo y el indigenismo, los cuales contestaron a la creciente amenaza colonialista  y a los movimientos sociales de la primera mitad del siglo XX. En ese ámbito destaca muy claramente, la Revolución Mexicana, que abarcaba además de un proyecto político, una agenda cultural.
En Brasil, La Antropofagia proponía el devorar la cultura local para producir un arte que se nutriera de la historia y cultura afromestizas, entendidas como esenciales en la formación de la plástica nacional. Por otra parte, en México, gracias al patrocinio de José Vasconcelos, el arte estatal se orientó a la reconstrucción de la historiografía del país y la reingeniería de las representaciones sociales sobre la mexicanidad. De acuerdo con este paradigma, la identidad nacional se fraguaba en la raíces prehispánicas y sus glorias culturales. En ambos contextos, lo popular pasó de ser sinónimo de barbarie a insumo plástico y temático.
En el caso del constructivismo latinoamericano, destaca la figura del uruguayo Torres García que reflejó la tensión entre lo cosmopolita y lo regional. Mientras que en el equivalente europeo, la estética industrial terminaba el discurso y concepto del lenguaje, en el caso de este artista es un recurso formal que le permitió recurrir a temáticas locales que abarcaban desde lo mitológico hasta la cotidianidad.
Por otra parte, en Cuba, la libertad creativa implícita en la nueva manera de entender el arte como un discurso desde su propia lógica, le permitió a Wifredo Lam explorar una figuración que encarnara el mundo fantástico de las religiones sincréticas. Su obra "La Selva" refleja la supuesta exuberancia del contexto isleño inserto en el trópico. Además, reproduce los rasgos formales del arte africano occidental.
Igualmente, en la búsqueda de generar estéticas desde lo regional, las corrientes internacionales como el surrealismo, se filtraron y adaptaron empleando temáticas e iconografías latinoamericanas. Uno de los ejemplos más conocidos fue la obra de Xul Solar. La obra de este pintor fusiona elementos de artistas como Klee y Miró junto con formas extraídas del arte popular para resultar en un lenguaje personal que desde lo periférico buscó la internacionalidad.
Igualmente considerada como surrealista, la obra de Frida Kahlo merece una reclasificación por su intencionalidad y contexto. Esta artista respondió a las aspiraciones de emancipación de la plástica latinoamericana. Aunque figuró como colaboradora de dicho movimiento en Europa; su obra es intimista y apela a mensajes menos sobreintelectualizados. Al igual que los muralistas, es evidente su búsqueda por lo esencialmente mexicano, que en su caso se nutrió de los exvotos populares y la gráfica de Posada.
Las publicaciones literarias funcionaron como vector para difundir las ideas estéticas y filosóficos que abrazaban el carácter cósmico del arte latinoamericano. Un ejemplo costarricense fue la revista Repertorio Americano, en la cual junto con litografías de Rivera, se publicaban poemas de Mistral y Guillén.
En todos estos casos la actividad artística se enmarcó en una fuerte militancia política. Lo anterior justifica la relevancia que tuvo el realismo social impulsado por los muralistas en México y en Argentina por Berni. Este último inventó a los personajes de Juanito Laguna y Ramona Montiel para encarnar la marginalidad social. De esta manera las artes visuales se convirtieron en un correlato de la aspiración por sociedades más justas propia de la intelectualidad progresista.


viernes, 7 de junio de 2019

EL BARROCO INTRODUCCIÓN

 La categoría de ¨barroco¨ es una construcción historiográfica del siglo XVIII, en la cual se buscaba separar la estética neoclásica de las lógicas de producción de los años precedentes. En realidad, no se trata de un estilo homogéneo. Cada región en la cual se produjo, presentó rasgos conceptuales y estilísticos propios. Dicha falta de homogeneidad, permite cuestionar si se trata de un estilo o, más bien, una época y forma de ver el mundo.

 Usualmente, se le ubica entre los inicios del siglo XVII y mediados del siglo XVIII, a pesar de que en lugares como Latinoamérica y el Europa Central se manifestó durante gran parte de la segunda parte del s XVIII. Por otra parte, en Inglaterra y Francia, el peso de las academias impidió que alcanzara su pleno desarrollo.

 Si algo determina la estética de dicho momento en la historia del arte es la teatralización de la vida (concepto de Teatrum Mundi). El arte o las artes se convirtieron en instrumentos de propaganda para proyectar el poder de las instituciones tradicionales, las cuales, frente a los primeros empujes de la modernidad se sentían amenazadas. Lo anterior explica el papel protagónico en su difusión de las monarquías y la Iglesia Católica. Asimismo, también permite deducir la razón por la cual, su origen y desarrollo se encuentra principalmente en territorio católicos, incluyendo España y sus colonias.

 El Barroco, como lenguaje se manifiesta en todos las disciplinas y géneros artísticos: música, literatura, escultura, arquitectura y pintura. Su carácter teatral produjo nuevos géneros híbridos como la ópera y el jardín barroco que evolucionaron de formas propias del período anterior (Renacimiento).
En él, todas las artes se fusionan para formar un conjunto que apela a las emociones del observador o escucha.

En lo formal los recursos son:
a. La sobreornamentación
b. Las composiciones abiertas
c. El empleo de formas orgánicas.
d. Las materialidades costosas

En lo conceptual se busca:
a. Dinamismo
b. Teatralidad
c. Opulencia
d. Ilusionismo

 Sería un error pensar que durante dicho período los artistas eran conscientes de crear un lenguaje o estilo separado de las normas y formas clásicas. En el fondo la mayoría de ellos simplemente ampliaron los recursos expresivos heredados. En su versión académica como la pintura francesa del s XVII (Poussin, Lebrun) existe una fidelidad a la estética del Renacimiento pleno (Rafael), mientras que se abandona la afectación manierista (segunda mitad del s XVI). En la arquitectura ocurre lo mismo con Perrault, y en cierta medida, la familia Mansart, a pesar de que las escalas empleadas y la conceptualización del espacio es escenográfica y, por lo tanto, desenfadadamente barroca.

 Su origen se encuentra en la última evolución del arte renacentista, en la cual, Miguel Àngel, Il Vignola,  Monteverdi y la escuela veneciana, anunciaban una nueva sensibilidad que se materializò inciando el siglo XVII en la arquitectura de Bernini y la pintura de Caracci. Por lo tanto, su cuna se encuentra en varios lugares de Italia, especialmente en la Roma contrarreformista. Posteriormente, se difundió por España y sus colonias, donde se fusionó con expresiones plásticas preexistentes (plateresco, mudéjar y tradiciones prehispánicas) para lograr variantes locales. En el noroeste de Europa su espacio de difusión fue la vida cortesana de las monarquías y principados (Francia, Austria, Alemania, Inglaterra) donde el nuevo gusto abarcó: vestimenta, diseño industrial, diseño gráfico y hasta formas de socialización.

CONTEXTO HISTÓRICO

El siglo XVII comienza con la crisis económica y política de la principal potencia de aquel entonces: España y las tensiones generadas por la Contrarreforma a partir del Concilio de Trento. Las guerras de religión que se produjeron desde el s XVI, alcanzaron su punto climático con la Guerra de los Treinta Años que dejó a Europa Central destruida y a su población diezmada.

Por otra parte, es importante tomar en cuenta el advenimiento de Inglaterra y Holanda como potencias con mayor presencia en el Caribe, sobre todo a partir de 1655, cuando Jamaica pasa a manos inglesas. Estas naciones junto con Francia van a ver expandirse su área de influencia, así como la modernización de sus estructuras sociales y económicas, las cuales evolucionaron hacia el capitalismo moderno. En el caso de este último país, cabe resaltar la concentración del poder en la figura del monarca (absolutismo), en parte como consecuencia de las políticas de los ministros Richelieu y Mazarino y en parte por la voluntad del rey que gobernó durante la mayor parte del siglo: Luis XIV.

En esta época el cultivo del azúcar y el comercio triangular generaron la acumulación de capital que hasta la fecha, colocaron a Europa Occidental como uno de los lugares más ricos del planeta.  Lo anterior representó el sufrimiento de millones de personas que murieron como consecuencia de la trata de esclavos trasatlántica. En ese sentido, a pesar de que la esclavitud ya existía como forma de organizar el trabajo, la demanda de mano de obra en América generada por la minería y la agricultura intensiva, convirtió a la costa occidental africana en una fuente de seres humanoS, transportados en masa al otro lado del Atlántico hasta avanzado el s XIX.

Por otra parte, Latinoamérica se convirtió en un apéndice de sus respectivas metrópolis, las cuales fueron administradas como territorios de las coronas luso hispanas. A partir de las leyes creadas desde el s XVI se construyeron las características socioculturales de la región en las cuales se consolidaron los sistemas de estratificación social basados en la etnicidad. En dicho contexto el papel de la iglesia católica fue fundamental como aglutinante cultural y político, así como difusora del arte y la música, para estos efectos de gusto barroco.





jueves, 25 de diciembre de 2014

Los criterios historiográficos en el arte van desde los biográficos, como aquellos empleados por Vasari, hasta los estilísticos, generacionales y sociales. Se deben incluir las dimensiones, espaciales y culturales. En el caso de los contextos extraeuropeos surge la problemática de clasificar los objetos e imágenes como artísticos, cuando en las sociedades que los produjeron cumplieron funciones adicionales a su apreciación estética. Por ejemplo ¿Es válido hablar del arte de Ife?

domingo, 12 de diciembre de 2010

La Catedral de San José 1858

Esta es una de las imágenes publicadas en el Harper´s Weekly (En realidad el New Monthly Magazine) en 1860 que ilustra el relato de Francis Meagher sobre su viaje a Costa Rica. Meagher, un nacionalista irlandés naturalizado estadounidense, realizó un viaje a Costa Rica en 1858 con el fin de investigar sobre la factibilidad de crear una colonia irlandesa en dicha nación. Debido al momento de su llegada, sus observaciones son una importante fuente para reconstruir la comprender la sociedad costarricense de mediados del S XIX. Su estilo ameno brinda una graciosa descripción del templo, que sorprendía por su sencillez. El edificio actual es el resultado de una serie de modificaciones hechas por José Quirce en 1871. fuente: Ricardo Fernández Guardia. Costa Rica en el S XIX, EUNA, 1984.